Nare es mi entrenadora personal. Con paciencia infinita y profesionalidad ha sabido adaptarse a todos mis problemas. Al hombro roto. A mis secuelas del cáncer. A la muñeca que duele y al psoas que no funciona como debe. Y a mi edad. Y a mis miedos a que duela. Y a mi cansancio. A todas mis autoexcusas. Ella tiene solución y sonrisa para todo. Conversación para que no pienses mucho mientras te esfuerzas. Seriedad profesional para hacerte avanzar poquito a poquito y sin que te des cuenta.
Y entonces se obra el milagro.
Ya no es un suplicio hacer ejercicio. Me gusta.
Y los beneficios llegan rápido. Tras unos meses empiezas a notar los cambios. Esa silla de la que levantas con más facilidad. Ese peso que ya te atreves a levantar. Esos escalones que subes y bajas con mayor alegría. ¡Y ya te puedes abrochar ese vestido por la espalda sin pedir ayuda a nadie!!
Veo pacientes con dolor y limitaciones físicas casi todos los días. A todos les insisto en la necesidad de hacer ejercicio. No importa cómo, lo importante es no dejar de intentarlo hasta que encontremos la forma perfecta de hacerlo. En mi caso se llama Nare. Aunque cueste más dinero de lo que pensabas, aunque ocupe algunas horas de tu ajetreada agenda. Creedme. Merece la pena la inversión. No te rindas y pon una Nare en tu vida.